10/11/09

1:00 am - Ein Bahnhof -

Estaba sentado, sin esperar que el camión me diera la parada. Me aseguré de no estorbar, revisé bien que no hubiera gente con prisa por arrancarse del piso para llegar a otro sitio. Yo me sentía un invasor en ese sitio, un poco ruidoso a pesar de estar casi vacío. Pero yo prefería no cooperar y tratar de escuchar el poco silencio medio presente. A lo cerca se me acercó más un hombre; ni tan viejo ni tan joven. Este empezó a preguntarme cosas, como si yo tuviera cara de nacido en este sitio. Yo no entendía el alborote de borucas ordenadas que parecía él tratar de hacerme entender. Tanta cosa y sin comprender, creo que no sirve de mucho. Pero él parecía necesitar mucho mi ayuda; no estaba desesperado, pero yo notaba esa borrosa impotencia entre la barba un poco mal cortada. Los demás estaban perdidos en los mundos arriba de cada cuello.
Los dos extraños ni siquiera habían podido entender el inicio de la conversación. Y yo, como parte de uno de esos dos, me acomodé en mi asiento, levante un poco las petacas, y me dispuse para compartirle toda mi atención. Yo volteé, y el ya no me decía nada, ni siquiera me volteaba a ver. Y ahí noté cuál había sido mi error. Al sentarme había aplastado su larga bufanda. Me sostuve en la conclusión que solo hacía falta un poco de disposición, para la solución.


...Aunque ¿y si todo lo pensé y no lo estoy haciendo?

Entonces me levante sin pensarlo más.
Él agradecido, me tocó el hombro,
señaló su bufanda y se produjo
una risa simple compartida
cuando él tomaba el último tren
...de medianoche.

1 comentario: