15/1/10

Oda al miserable

Cómo un intento de cuchillo falso,
él se reserva su originalidad.
Una curva larga, con una punta chata.
Una agarradera, abajo, para que no se caiga.

Es un perfeccionista sin tanto filo.
Espera su turno con gusto,
sabe que el final se disfruta,
con masa cruda y dedazo.

Este peculiar tal vez verde.
O tal vez morado
Ya cambió y es anaranjado.
Le llega el cielo y se vuelve azul.
Un toque blancucho para el polímero tan común.
Un multicolorico, de mente muy abierta.

Sobre todo un juguetón
 entre el bonche de instrumentos de cocina
Con su picaporte en la parte baja,
con elegancia de metal plateado.
O tal vez un vestir más casual;
con la paleta y el asidero que van igual.

Utilizado para lo que se supone sirve,
pepenador de las miserias,
los cocineros te ven como un agitador.
Pero y qué si uno es feliz en lo que hace.

Unos sinónimos como desdichado o don nadie,
yo no veo que le queden,
Pues va regalando goces de alegría instantáneamente.

Con cada molde a punto de lavar,
Se patina por la superficie, rozando.
Para encontrar hasta la miseria más pequeña que pudiera quedar.

¡Lo cachamos con las manos en la masa!
Éste tan alivianado
y yo termino todo embarrado.
Esperen a ver lo que nos espera.
Un gran instrumento, compadre mío
y de todos mis nietos.

Con su nombre desgastado
horizontalmente en la empuñadura,
el viejo miserable me ayuda
a saborear lo que queda.

¡Para aquellos de corazón mojado
y miserias, entre los dedos y la boca,
de mezcla pastelera!


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